27/02/2015
Mario Muelas concebía también la Arquitectura como un hecho que si no está vinculado a la vida de las personas carece de interés. Gran comunicador y persona de una simpatía y honradez desbordantes, Mario transmitía la seguridad de vivir en la paz de aspirar en su profesión a muy pocas cosas, tal vez simplemente a la satisfacción por el trabajo bien hecho.
HOMENAJE A LA MEMORIA DE MARIO MUELAS
Jueves, 5 de marzo de 2015 a las 19:00 h.
Antiguo convento de San Pedro Mártir. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha (Toledo)
[Cuenca, 1943 - Madrid, 2015]
Por dos veces, entre principios de diciembre de 1917 y la primavera de 1918, Kafka da vueltas en sus cuadernos de trabajo a una idea que se puede leer como síntesis de la finalidad del oficio de arquitecto: “Un escalón de madera que no haya sido desgastado profundamente por las pisadas no es, visto en sí mismo, más que un objeto esencialmente reseco compuesto de madera” (“…un objeto reseco y algo tedioso compuesto de madera”, en la segunda versión). Mario Muelas concebía también la Arquitectura como un hecho que si no está vinculado a la vida de las personas carece de interés. Y baste para comprobarlo recordar el símil del cuchillo de la abuela con el que explicaba su idea de cómo se acumula la historia en un edificio, conocimiento necesario para poder abordar con garantía su rehabilitación. En muchas casas, decía, hay un cuchillo al que se cambió hace tiempo el mango porque se había estropeado, y al que ahora debemos cambiar la hoja, porque está mellada y herrumbrosa; pero sigue siendo el cuchillo de la abuela.
Gran comunicador y persona de una simpatía y honradez desbordantes, Mario transmitía la seguridad de vivir en la paz de aspirar en su profesión a muy pocas cosas, tal vez simplemente a la satisfacción por el trabajo bien hecho. Pues, sabio como era, supo prescindir de otra clase de felicidad que para algunos sólo es completa con el éxito mediático; renunció a ejercer influencias; y trató con indiferencia la fortuna. Algo sorprendente por inusual en quien tenía tras de sí tantos años de oficio, y tan importantes encargos llevados a cabo con acierto y reconocimiento. Firme defensor del trabajo en equipo, su obra se ha desarrollado a lo largo de casi medio siglo alrededor de un núcleo permanente de amigos y compañeros (arquitectos, urbanistas e ingenieros asociados, como reza el nombre de la empresa que fundaran hace tantos años, AUIA), en cuya carrera podemos ver reflejados los cambios que ha experimentado nuestro país. Personas a las que su compromiso cívico, asumido cuando no era fácil ni cómodo, les llevó a atender la necesidad urgente de mejorar y dignificar el espacio físico devastado por la miseria moral a la par que estábamos reconstruyendo el espacio social de convivencia que hoy disfrutamos.
Y que han demostrado que otra forma de intervenir en los centros históricos es posible insuflando vida a sus monumentos y al patrimonio edificado en general. La introducción de lenguajes contemporáneos en la rehabilitación del antiguo convento de San Pedro Mártir, con el que Mario Muelas inauguró un ciclo de intervenciones en Toledo, cerrado con la rehabilitación del Palacio de Fuensalida para la Presidencia de Castilla-La Mancha, no está basada en el hábil manejo de simples recursos formales, sino en una profunda reflexión y estudio de las estructuras sobre las que se interviene, lo que evidencia su pasión por la arquitectura como una tarea culta y exigente; que no termina con el final de las obras, sino que se preocupa por documentar y explicar lo realizado. Ambas recibieron merecidamente sendos premios de la Real Fundación de Toledo. Ahora, con la perspectiva que nos da su reciente desaparición, los entendemos como un reconocimiento a su actitud ante el patrimonio histórico, y a ese conjunto de trabajos que incluye varias rehabilitaciones modélicas más, para la Universidad (Madre de Dios, Padilla, Fábrica de Armas) pero también la Casa de la Moneda, y otros proyectos mucho menos conocidos, y algunos notorios, que han quedado en propuestas, no llegaron a término, o lo hicieron sólo parcialmente, pero de los que igualmente seguimos aprendiendo.
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